La displasia de codo es un trastorno óseo que se origina durante la fase de desarrollo del perro. Te contamos cuáles son sus síntomas, cómo tratarla y qué razas están más predispuestas a padecerla.
¿Qué es la displasia de codo canina?
La articulación del codo es una de las más complejas del cuerpo, tanto en personas como en cánidos. Si, durante la etapa de crecimiento del perro, el tejido óseo de la articulación no se desarrolla de forma adecuada, podrá producirse lo que se llama una displasia, bien unilateral o bien bilateral.
La displasia de codo en perros es, por tanto, una enfermedad articular degenerativa causada por el desarrollo anormal del tejido óseo que primero produce artritis (inflamación de la articulación) y luego osteoartritis (desgaste progresivo de las estructuras óseas que conforman la articulación del codo).
Causas de la displasia de codo
La principal causa de este trastorno óseo es la genética pero también existen causas ambientales que pueden actuar como detonantes: 1- Predisposición genética La displasia de codo canina tiene un origen esencialmente genético. Eso quiere decir que es hereditaria. Por esta razón, no es recomendable hacer criar a un perro que presenta esta enfermedad ya que su descendencia podría heredar la enfermedad. 2- Causas ambientales Una mala alimentación durante la etapa de crecimiento puede actuar como detonante de la displasia de codo en perros. Por otro lado, en razas genéticamente predispuestas a padecer esta enfermedad, la práctica de ejercicio demasiado intenso o de impacto en el que el perro salte (por ejemplo el frisby) puede agravar el problema.
Razas de perros predispuestas a padecer displasia de codo
Tal como explican desde , esta enfermedad se presenta habitualmente en los perros de razas grandes y gigantes (Pastor alemán, Labrador, San Bernardo, Golden Retriever, Rottweiler, Mastin Napolitano, etc.), siendo los machos afectados con más frecuencia que las hembras. A los perros de estas razas, que están genéticamente predispuestas porque tienen un desarrollo precoz al ser de gran tamaño, se les debe aportar una alimentación del siguiente tipo:
- Evitar los excesos de proteína
- Evitar el abuso de calcio
- Dieta que contenga condroprotectores
Durante la etapa de crecimiento de los perros de razas grandes o gigantes, el ejercicio debe ser limitado y hay que evitar juegos bruscos que puedan producir o a agravar las lesiones articulares.
Síntomas
Los síntomas de la enfermedad pueden empezar a percibirse a edades tempranas: entre los 3 y los 7 meses del cachorro. Sin embargo, en algunos casos, si la artrosis es discreta, el perro puede no mostrar ningún síntoma e, incluso, mantenerse así durante toda su vida. Los principales signos clínicos de displasia de codo canina son:
- Intolerancia al ejercicio
- Cojera al iniciar un movimiento
- Cojera tras realizar una sesión de ejercicio prolongado
Sin embargo, para poder hacer un diagnóstico correctamente, se requiere una radiografía. De otro modo, los síntomas podría confundirse con una displasia de cadera, por ejemplo.
Tratamiento de la displasia de codo canina
El tratamiento de este trastorno articular dependerá del tipo de patologías óseas presentes en cada caso particular. Pero, en general, el tratamiento puede ser conservador o quirúrgico.
Tratamiento conservador
En aquellos casos en los que la lesión es menos grave o bien no es posible un tratamiento quirúrgico. Se basa en la administración de analgésicos para controlar el dolor, condroprotectores para fortalecer las articulaciones y en la restricción de ejercicios inadecuados. En perros con sobrepeso u obesidad, parte del tratamiento está siempre orientado a reducir el peso. Esto se puede conseguir siguiendo algunas sencillas pautas. Este e-book descargable ofrece una guía práctica para conseguir que un perro adelgace. Otra solución para la displasia de codo en perros es la utilización de órtesis de codo específicas adaptadas al can. Se ha demostrado gran número de casos donde gracias a estos soportes el perro ha evolucionado favorablemente.
Tratamiento quirúrgico
En los casos más graves, puede ser necesaria la implantación de una prótesis. El veterinario es siempre quien deberá dar una valoración.